domingo, 15 de diciembre de 2019


¡Arde que arde tanto!

A veces quisiera trasladarme a otra esfera, a otro planeta, uno nuevo y comenzar de cero. A veces, para escapar de tus brazos colosales y de tus abrazos desmedidos. Otras veces, para tomarte de la mano y mirar el cielo desde tu ventana. A veces, para salir corriendo a un lugar desconocido y borrar las páginas escritas de mi vida y reescribirla otra vez. Sin embargo, no puedo, ya tengo un mundo con una historia lista y a éste, has llegado tú.

Por esto, solo se me ocurre entregarte lo único que tengo, mi escritura…

Eres aún un desconocido errante
Que viaja por pastizales llenos de gaviotas estrepitosas  
Eres luz cuando sonríes al viento celeste
Eres paz cuando descansas de tus tormentos.

Enérgico es tu andar y selvático el aroma de tus anchos remos
Tus muslos son como dos troncos de árbol oaxaqueño
Y tu espalda la figura de un emperador o de un guerrero.

Tus besos son tan dulces y a la vez tan férreos
Son tan tuyos y ahora míos
Son carne, son fuego.

Eres etéreo, eres de cristal, eres limón con sal
Todo en ti me parece natural
No hay embozo ni antifaz
Todo fluye como río al mar.  

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