martes, 3 de diciembre de 2019



I Ese indio, de allá, de lejos

Ese indio, de allá, de lejos, vino a buscarme
Llegó de buena parte a entregarme su tormento
Sus pesares, sus talentos, su riqueza, su alma.

No sabe de calma, no sabe de rezos
No entiende expresión, no quiere pautas.
No entrega su esencia ligeramente
No ama, ni miente
No pretende nada.

Es simple, es lento
Es calma, un forastero.

II
Mis manos te reconocen, capitán de la memoria
¡Resuenan mariposas, golondrinas y gaviotas!
Como un lazo de seda envolvente, me sujetas, me provocas.

¿Te habré visto en otras vidas? ¿En otros sueños? ¿En otra historia?
Cuando te miro, tal vez te recuerdo
Me parece que tu voz, era tan dulce como ahora.

Tus manos, un juego gentil, airosas incendiarias
Tus líneas definidas, de raso amargo, cubiertas en lamento opaco
Y yo en una de ellas, situada en el silencio de mil noches
Y tú en las mías por destino, magullado.  

III
Temor siento de verte incesantemente
No quiero acostumbrarme al aroma de tu bosque mediterráneo
La angustia me viste en un manto purpura al saber que no hay forma
¿Por qué apareciste ahora? ¡Despiadado!

Si me hundo, ¿me levantas?
¿O me levanto del polvo recóndito de la tierra manchada?
No tienes que venir a buscarme si me pierdo en la aurora celeste
Saldré despavorida y me olvidaré en las arenas del desierto.

IV
Ya te has formado en mis manos pantera aparecida
Caminas lento y miras tan hondo que calas el infinito
Eres un soberano sin soberanías, eres rocío de manantial virgen
A pesar de que tus manos han tocado la tierra del páramo de la pesadumbre.

Tú destino eran los senderos de la abundancia
Que te acogieron como niño herido
Te confundiste en esta selva onerosa
Y ella te arrojó conmigo.


V
Vengo de un campo verde con montañas paternas bañadas en leche de niño escarchada
Caminé por senderos estrechos, tropecé con lodo, piedras y murallas
El mar desmedido, profundo, gélido y teñido de azul es mi casa
Y la tierra más fértil de ¨las indias¨, mi esperanza.

Descendí en el norte un día y abracé la naturaleza muerta
Este suelo prometía tantas vidas venideras
Es la misma marga que nos envuelve bajo las estrellas
Tu venías por otro atajo, pero el mismo en esencia
un ángulo opuesto, que te lanzó a mis brazos con clemencia.

VI
Voy a escribirte entero, centauro
Voy a caminar por los bosques de tu infancia primera
Voy a recorrer cada universo de tu herencia servil
Voy a inmacular con polvo de estrellas tu presencia y tu ausencia. 

Al despertar sabrás que mi canto estará resonando como manantial en roca
Y al dormir mis palabras se harán eternas como nube de arena sin memoria.
Sabrás que existes y tu vida será una copla
Mis manos serán registro de tu llanto
Y mi alma testigo de lo que tanto añoras.


VII
Caminaste tantas veces por lugares desconocidos, extraños
Te ubicaste en los campos majestuosos de una ciudad hostil, menesterosa.
Tus labores de niñez dieron forma a tu cuerpo de roca sólida
Y tus manos moldearon la vianda sagrada por la que velas, virtuosa.

VIII
Rodeada de tus dedos mis manos se enfunden como pétalos de rosa al botón
¿brotaste del orbe como raíz gastada? o ¿te lanzaron de la luna rutilante y te apagaron al caer?
Enrédame en tus abrazos de caramelo, entrégamelos todos, no me dejes sin ellos
Para morir sabiendo que alguna vez me ceñí a tu resistencia
Porque quisiera irrumpir en tu agonía y redimir con caricias tu historia.











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