La pascua del clavel
I
Del tazón en que te puse con el agua más acrisolada,
bebiste y floreciste mi clavel.
De la tierra te arranqué la vida y te la devolví a medias;
usurpé tu naturaleza divina y pretendí que conmigo para siempre
te quedarías.
II
El primer día, afloraste en un llano perfume celestial y tus corolas
venían a ofrecer júbilo manchadas de tintes fulgurantes.
El segundo día, te abriste a tomar los rayos del sol que
entraban por tu cuerpo embriagado de ilusión y un porvenir descollante.
El tercer día, respiraste del aire relente de la mañana, el cuál
llegaba a visitar sin que nadie lo llamara.
El cuarto día, parecía que nada te apagara. - Clavel ¡ya no eras
tan joven! pero a la vida aferrado estabas.
El quinto día, comenzaste a reposar en el agua contaminada. Tus
pétalos se caían, tu tallo débil, tus hojas apagadas.
El sexto día, tu cabeza inclinada, apuntaba al suelo del reposo
imperecedero. Tu espalda curva, doliente, sin arreglo, hizo la última
reverencia de cortesía a quien te vio de nacimiento.
El séptimo día, entré en tu morada, y ahí estabas clavel, opaco
y en agonía, con miedo de abandonar tu cuerpo a un viaje ajeno, el cuál nadie
conocía.
III
¡No te vayas, oh clavel!
¡No me dejes sola en esta vida!
¿Que haré sin tu presencia?
¿Cómo te apartaré de aquel jarrón, en el que te puse algún día?
¿Qué haré con el agua colmada en partículas de tu esencia?
¿Quién me dará el amor que solo tú me tenías?
IV
Te daré honorable sepultura, una digna de una flor,
de la tierra apareciste y en la tierra te pondré yo.
Luego de que te cubra con aquella noble arcilla,
haré que tu simiente retorne a esta vida.
Resurgirás nuevo y sereno,
etéreo, tenue,
como en tus mejores tiempos clavel;
¡lozano! ¡fresco! ¡fuerte!
V
Clavel, necesito de tu compañía sin condiciones,
tú eres el quid, alimento espiritual
¡no vivo sin tu presciencia! ¡me devora la melancolía!
VI
¿Volverán esas noches, en que dormías soñando con nubes de
colores?
¿Y qué hay de esas, en que cantabas versos silenciosos a media
noche?
VII
Bajaré a la tierra inmaculada y tomaré tus hojas muertas, clavel,
te levantaré del polvo fallecido,
y te soplaré una vida para nunca desvanecer.