jueves, 7 de diciembre de 2017

Imán y Alboroto

Son las voces de esas mañanas frías,
sonidos que ya no vendrán
son las auras de esos pensantes,
seres que no estarán.

¡Qué deleite trabajar en estos muros planos!
sin colores, sin texturas, sin cuadros.
No hay pautas ni estructuras fastidiosas,
¡Esto es un estado privado!

¿Por qué la felicidad en medio de estos humanos?
¿Por qué mirar en colores lugares apagados?

Son los inciensos encendidos de aroma a ideal bizarro,
¡Ya basta! correligionarios,  ¡Dejad hablar a las minorías, que ya estamos todos cansados!

¡Esto era! al parecer, una magia curiosa,
¡las paredes escuchan, dialogan y provocan!
Es un escándalo de blasfemia onerosa,
¡Es una fiesta insurrecta! Es agitada, es honrosa.


viernes, 1 de diciembre de 2017

Últimamente

Es el color dorado de tu piel que me atrapa,
es el mar en tus ojos  que me hechiza, 
es tu aroma silvestre que me intimida,
es tu mirada magnética  que me apresa en ti,
no puedo escapar de ti. 

Es como si pudiera palparte al instante, 
cuando vienes a mi memoria y te detengo,
es como si pudiera respirar nuevamente tu soplo  
aquel que ya es vestigio en mi cuerpo.

Es como si vinieras y me recitaras esos viejos cantos,
que hablaban de amor eterno, 
que incitaban a la pureza de tibios abrazos,
que suplicaban el ardor de mis besos en tus besos. 

Son tus piernas, tórridas, en dirección a las mías 
como un imán que se prende de su morada,
son tus manos de artista, las que se hacían en las mías, camarada.
son tus caricias perfectas, las que quedaron talladas en mi columna, 
y tus palabras tiernas que dejaste grabadas en mi hasta la tumba. 


miércoles, 18 de octubre de 2017

Como un polluelo que cae de un nido tibio un día salí de mi refugio para aprender el significado de volar. Volar como los pajaritos, esos pequeñitos que aparecen en los jardines de las casas con prados verdes buscando algo.
Entonces comencé un viaje, un viaje muy largo, el cual no tenía destino, no tenía un fin.
De pronto, me encontré aprendiendo el ABC y las sumas y las restas, parece que ya había crecido un poco. La escuela y los maestros eran parte de mi día a día y vivía en aquella escuela de lunes a viernes.
Comenzó la parte difícil de mi vuelo. Me encontré compitiendo, tratando de alcanzar buenas calificaciones y me fue mal.
No siempre las cosas en la vida van bien. A veces salen mal y es importante que salgan mal para aprender algo de esas malas experiencias.
Es cierto que a veces me ponían tristes esas malas calificaciones. Me sentía inferior. Con ganas de no seguir estudiando. Con ganas de quedarme en mi refugio, en mi nido, en la comodidad de mi casa.
Un día casi renuncio a la escuela, un día casi no voy más.
Pero me levanté otra vez, con la fuerza ya de una joven, ya no era tan pequeña, ahora podía opinar y decidir por el color de mi pelo y el estilo de mi ropa.
Me gradué en el vuelo, terminé la escuela. Y seguí volando. Ahora con más firmeza, ahora como una palomita de las plazas con pileta y escaños.
Y seguí volando, me gradué otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez. Me convertí en un águila.
Un pájaro valiente que ahora tenía voz y más seguridad. Pero también timidez. Esa que nunca se va. Esa la tenía cuando era un polluelo y creo que estará conmigo hasta que camine con ayudas.
¿Aprendí a volar? No lo creo. Aun me falta camino, aun me faltan plumas en las alas para poder formar ese cuerpo fuerte que no le teme a nada. Parece que ese vuelo encumbrado se consigue cuando casi se termina la vida.
Es cierto que fue necesario salir de mi nidal, es cierto que fue necesario pasar por dificultades para disfrutar de esa luz brillante que me acompaña.
Yo busqué esa luz y no quiero que se apague jamás, jamás, jamás.
¡Es verdad que ya no soy el polluelo, ni la palomita, ni el águila! Me he convertido en ese tipo de pájaro con rostro pacifico, con ojos de amistad, con alas de amparo, con pies que caminan para servir a otros.
Ahora como pájaro grande, pienso que fue bueno haber sacado malas calificaciones, ellas me enseñaron el valor de la humildad y el coraje de trabajar duro para tener un lugar en este mundo.
Soy un pájaro, no más que un pájaro. Vuelo porque la vida me ha enseñado a volar. ¡Y que gusto tengo por revolotear y elevarme!

sábado, 15 de julio de 2017

Viajante

Una vez tomé una maleta vieja,
hace tiempo allá en el sur,
Envolví todos mis tesoros,
unas cartas un bambú, 

Y le dije adiós a mis padres
que solitarios se quedaron,
con lágrimas en los ojos, 
de un futuro incierto y muy lejano.

Y me subí sin temores 
a volar por la vida
y llegue a tierras lejanas, 
donde no había familia.

Y descubrí un nuevo mundo,
con enigmas y desvelos,
y me hice de mí misma 
para afrontar esos suelos.

Y conocí gente muy distinta,
a lo que yo había visto siempre,
y me asombré que las caricias,
faltaban constantemente.

¡Y que el dinero no falte,
ni el trabajo ni la codicia!
¡Y que vivamos para eso
para acumular como el Rey Midas!

¡Y que las horas no se pierdan
en escribir palabras que no dejan nada!
¡Que las horas sean para juntar oro y espadas!

Y el viaje se hizo frío,
y fría a veces mi alma,
con seres sin intereses más que de sus propias causas.
Y crecí tanto en el viaje,
y le di valor a mi tierra araucana, 
y lloré por tantos meses
por el aroma a mi patria tan lejana. 

Mi piel tenía un nombre,
en el nuevo suelo que pisaba
y café era de tono y mi sangre Latinoamericana.
¡Que belleza! yo pensé, tener estas huellas acentuadas,
en el rostro y en el pelo
en los ojos y en el alma.

¡Que honor!, pensé, el ser chilena,
descendiente de las aguas,
más frías del continente
que bañan las costas y son mi casa.

¡Que hermosura ser sureña!
del tercer mundo al que llaman,
donde falta el pan a veces,
pero no falta calor de los abrazos en las estancias.

¡Que placer!, pensé, decir que vengo de esa magia,
con proezas y desventajas para construir una casa,
donde siempre faltan puertas,
pero nunca falta el agua,
para el mate con amigos,
para el café con la familia,
para el té con las abuelas,
para la hermandad que contagia.

Todo eso no vale nada, 
en este mundo material,
que, llegada la madrugada,
todos salen a progresar.

Mis raíces son minoría,
mi lengua simple y modesta,
vergüenza he visto por hablarla 
a través de mi paso por esta selva. 

Y viajé por mucho tiempo,
y me hice fuerte como una muralla,
de esas de fierro y ladrillo,
de esas que nunca desmayan.

Y supe que solo tenía,
mis pensamientos libres y mis ansias,
de hacer un nuevo viaje
esta vez con retorno a mi tierra amada.



                

jueves, 13 de julio de 2017


Aromas desconocidos me los diste todos,
sabores que no tenía en mi memoria ni en mi piel.
Poco a poco fui envolviéndome en tus esencias naturales,
que llegaron a mi cuerpo para nunca desvanecer.

Me diste a probar de tu boca, Centauro,
de tu miel sedosa supe que eras mío para siempre,
de tus labios gruesos jamás me he despegado,
ni de tus formas que se hicieron forma en mis brazos y en mi vientre.

Me diste tus abrazos, Adonis,
y así como aquella Afrodita me apasioné de ti,
de tus caricias supe que eran únicas,
de tu sonrisa la incitadora, 
de tus ojos la tristeza en tu mirada,
y de tus manos el temblor del amor que jurabas por mí. 

Me diste tu cuerpo, Eros,
y así como avanza el otoño al invierno,
avance yo por tus rincones, los que tenías para mí, inquieto. 
de tus movimientos la libertad,
de tu cercanía, la culpa,
de tu entrega, la mía para ti, solo para ti.

Y en el misterio de esas viejas noches, mi canto 
que era una copla de tu belleza, tu mi presa,
mi figura completa y mi esencia lejana,
mi varón con dos alas,
y mi cosmos estrellado, iluminando mis noches solitarias.

Me diste a probar de tu boca, Hidalgo,
me diste todos tus besos, quedaste sin ellos.
Te apropiaste de mí, entera,
te incrustaste en mis pensamientos. 





lunes, 10 de julio de 2017

Si supiera que aún me quieres


Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte,
palparía esa tierra húmeda, tuya para siempre.

Y llegaría a ver a la Frida, conocería los murales del Diego,
comería en las esquinas y te besaría como juego.
Y caminaría por las pirámides, de aquellos tus ancestros
y recorrería las alamedas, una a una hasta perdernos en aquel cuento.

Y planearía lo de Barcelona, como alguna vez lo hablamos
y allí rondaríamos bares bohemios, habitados por huraños.

Y vagaríamos por calles estrechas, esas en las que anduvieron nuestros antepasados,
y tomaríamos una sangría, así como lo hicimos ya hace tantos años. 

Y llamaría a una gitana para que nos lean las manos,
y que nuestro destino sea un nudo, una unión hasta ancianos. 

Y llegaría a un hotel vetusto y te miraría como hace años,   
y rozaría tus labios gruesos como si no hubieran cambiado.

Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte,
llenaría la maleta de regalos, con el fin de complacerte.

¿Y si vamos a esa plaza adornada, resplandeciente?
¡Han pasado muchos años de esos sueños inherentes!

¿Y si en el Zócalo quedáramos precisamente?
 miraríamos los muros contemporáneos latentes
y acudiríamos a esas ruinas de la memoria de tu pueblo, de tu gente.

Y  llegando la noche caerían las estrellas sobre nuestros cuerpos
y un Tenochtitlán a oscuras se apoderaría de nuestros pensamientos.

Y meditaríamos en silencio en honor a aquel príncipe detenido y muerto,
y no habría más nada que interrumpiera nuestro secreto.

Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte,
miraría tus ojos caídos, 
y olería tu piel dulcemente,
te besaría las mejillas
y dormiría en tu vientre
y no hablaría de muchas cosas sin antes mirarte fijamente,
y te miraría y te miraría y te miraría hasta perderme.

¿Y si vamos a la pirámide, esa donde cae el sol plácidamente?
Subiríamos las escalinatas de esos príncipes, tus abuelos, los oriundos terratenientes.

Y miraríamos el horizonte y te leería unos versos,
y abriríamos esa botella que había esperado tanto nuestro encuentro.

Y de pronto te besaría despacio, en la cima del escaleno,
y besarnos y besarnos hasta tocar el cielo.
Y miraría hacia la base de ese cuerpo Mesoamericano, hoy gastado y sereno,
y daría gracias divinas porque aún podemos verlo.

Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte, 
solo con verte y tocarte te diría todo lo que ya sabemos,
solo tocarte y verte y  después caminar distintos senderos. 



sábado, 8 de julio de 2017

Nadie sabe


Todo pasó en esa casa vieja de dos pisos,
fue una tarde caliente, de verano, de esos que quemaban en nuestro paraíso. 
Tu preparando delicias,
yo con las caricias.

La cocina de la casa dispuesta,
los aromas de tu patria esa tarde de fiesta.
Observarte era mi tarea,
la tuya, opuesta.
Te ocupaste del oficio más sensual,
las mezclas, los aromas, las sensaciones,
todos llegando a mi paladar que esperaba cada bocado,
hechos por tu mano, señor feudal. 

A cambio de un beso, 
un trozo de tu arte,
a cambio de un mordisco,
una mirada traviesa,
a cambio de tu zumo,
la dulzura de esa tarde.

A cambio de tu cuerpo, el mío, te lo confieso. 

Y pasamos a la mesa, 
toda revestida de bellezas,
los cubiertos, los platos, las servilletas,
el cuenco que guardaba esas masas calientes y gruesas,
con dos vasos simples llenos de placer,
y de testigos esos muros color turquesa. 

Y pasamos a un sillón,
al intercambio de palabras que son siempre complacientes,
que terminaron en los más ardientes besos, esos que se dan los dementes. 
Y rocé mi cuerpo con el tuyo, a la melodía de una música mareante,
y danzamos como niños, envueltos en una magia especial, alucinante.

Y mirándonos a los ojos de frente y de pie,
de pronto, estallo un deleite,
tu nublado, ciego y sudando tembloroso,
yo valiente y jurando quererte para siempre. 

Y salí corriendo de esa casa,
prometiendo no verte nunca más,
y la tarde terminó  y todo quedo atrás.

Hoy es una utopía, 
ya nada queda,
solo tu recuerdo y esa casa de seda.

Tu comida es mi memoria, 
todo de ti en ella, 
tu mirada y tus palabras,
tus ojos grandes,
tu aroma a fresa.

Nadie sabe lo que digo,
prometimos junto a la mesa,
que sería solo nuestro ese amor gigante,
celebrado con un festín fascinante,
que, alborotado de guisantes,
ilumino ambos caminos.

De esos rostros apagados, 
volvimos a renacer, 
con esa comida tierna,
que preparaste aquel atardecer. 


   



viernes, 30 de junio de 2017

La casa de madera

En un lejano pueblo muy cercano a mi alma hay una casa de madera, hoy serena y calma.
Una vez viví en ella como una muñeca de porcelana, como una virgen pulcra, como una ingenua cigarra.
De paredes humedecidas, de madera gastada, de piso frío y sombrío, de alcobas no terminadas.
De patios que nunca vieron el césped de esas casas elevadas, de barro en los inviernos de una infancia tan lejana.
De arboles con muchos frutos, de variedad jamas pensada, bendiciones que venían en cada temporada.
Plantas múltiples que formaban un nirvana, en medio de esa tierra, la cual nadie valoraba.
La cruzaba horizontalmente un canal con turbias aguas, habitado por vecinos sin hábitos de nada.
Los cables entrelazados en el patio de la casa sostenían las viejas ropas como en las aldeas de Italia.
Una artesa para cada quehacer, con agua fría, congelada, tocaban las manos de esas mujeres que trabajaban resignadas.
Agujeros en las paredes, huecos en las ventanas, techos perforados, maderas estropeadas.
Pero una chimenea daba el calor a esa estancia, cuando el fuego con su luz se asomaba e iluminaba las caras.
Y comedores con abundancia, celebraban los días buenos, comedores que agradecían a Cristo, al que llamaban El Nazareno.
Y copiosas navidades con arboles repletos, de los mas bellos tesoros, oh que días aquellos plenos!
Esa casa fría y pobre se convertía en una tibia, cuando acompañada de buenas acciones brillaba y atraía.
Esa era aquella casa, donde lagrimas corrían, al despedir a tantos, que partían a la otra vida.
Un lugar fúnebre que se llenaba de flores, en esos días grises de tormentos y dolores.
Pasaban los tristes días y de pronto la primavera asomaba y los arboles con las bendiciones que tanto se esperaban.
Las cortinas tendidas al viento, los pajaritos que trinaban, las abejas en las flores, la miel como oro derramada.
La casa se alumbraba, los corredores se encendían, no había ya mas tristeza, todo desvanecía.

jueves, 15 de junio de 2017

lejanía imperiosa
ausencia cruel
memoria oculta en un tesoro apilado,
lo miro y te miro
te vuelvo a traer.
Es un tesoro con aroma indígena,
una preciada joya confeccionada por una de ellas,
aquellas que llevan trenzas y atuendos de mil colores,
ellas, las dueñas de tu tierra.
Es un tesoro que integro esta,
tocado por pocos afortunados,
por nombrar tan solo tres:
tu, yo y aquella de cabellos gruesos supuesta,
que su recuerdo llevas a cuestas y que yo adopte en mi historia.
Es un tesoro que aun me acosa,
que guarda tus abrazos y los invoca, 
que tiene aun aquel aroma,
de esos días tiernos,
de esas noches sedosas. 


   

miércoles, 14 de junio de 2017


solo con un encuentro inesperado y entras a mi vida y yo a tus pensamientos

ese eres


Eres esa forma que calza perfecto con mi forma,
eres esa voz que reconozco como la mas armoniosa y sensual melodía,
eres un sin fin de movimientos que parecen danzar cuando estas conmigo,
eres ese ser agudo que me enciende con tan solo aparecer. 

lunes, 22 de mayo de 2017

Recordandote

Si en cuarenta días no logro olvidarte,
si en cuarenta días aun te recuerdo,
si el reflejo de tu figura se pasea en las noches de mi sueños
si tu voz y tu mirada aun son parte de mis pensamientos,

Si tu nombre aparece en cada pagina que leo,
si casi palpo el grosor de tus vastas extremidades.
si el brillo de tus ojos verdes aun persiste cuando cierro los ojos para sentirte,
si tu manto resuelto aun camina mi camino como una sombra tibia y placentera,
si la noche esta llena de ti,
si el día se completa con tu ausencia,
si no avanzo porque me persigue tu recuerdo,
si te vuelvo a ver, me completo.

si escuchara yo tu voz tal vez mas de cerca,
si tus palabras rozaran con sutileza de plumilla mis sentidos,
si tus manos grandes se alternaran otra vez con las mías,
si los ojitos que sonríen en los extremos de tus labios hablaran,
si yo pudiera decirte tanto que no imaginas, si tu pudieras hablarme tanto que ya he imaginado
Tal vez, la distancia de este verano ocasione que tu recuerdo se acentúe, o tal vez suceda que
 te he olvidado.

sábado, 11 de febrero de 2017

Sensualidad

Caminando con apuro te desplazas con encanto,
movimientos aceitados que parecen de hidalgo.
Recitas con fervor y tu voz aparece,
sugerente con un verso convincente, con un halo de pasión,
Frenesí que resuena y tensión que surge en un aire compartido, impaciencia que atormenta los sentidos.

Transitas lentamente como un tigre que mira expectante,
giras y vuelves a girar, transmites sensualidad.

Atractivo hasta la médula, 
suculentos labios gruesos 
pensador ateniense, helena es tu figura.
Erotismo que traspasa la palabra viva,
y que envuelve tu razón en ese oleo de sensación sedosa,
me deslizo en tu costado,
me provoca tu mirada,
me deslumbra tu presencia, 
me perturba tu moldura.

Los caminos que caminas han encontrado mi mirada, 
cuando pasas tan aprisa, revelas tu forma refinada, 
mil posturas de dominio se dibujan en tu figura espesa,
mil posturas que delatan tu natural destreza, 
de mostrarte como eres, sin fingir ser un artista, 
sin mostrar falsos encuadres. Eres tu la reencarnación de Apolo?
varón de ojos con sonrisa. 


viernes, 10 de febrero de 2017

Te mire y supe de inmediato lo que no declaro. Caminos recorridos, lineas incrustadas en tu rostro juvenil, voz suave, respiras para mi.

Suspiras profundo, te observo de lejos. Suspiras para mi. Eres eso que no se puede palpar y siento cuando estas. Esencia. Eres vainilla.

Juego de habla que busca el encuentro. Te mueves con solidez y tu palabra es el reflejo de tu alma, preparada, humana, iluminada. Te mire