sábado, 15 de julio de 2017

Viajante

Una vez tomé una maleta vieja,
hace tiempo allá en el sur,
Envolví todos mis tesoros,
unas cartas un bambú, 

Y le dije adiós a mis padres
que solitarios se quedaron,
con lágrimas en los ojos, 
de un futuro incierto y muy lejano.

Y me subí sin temores 
a volar por la vida
y llegue a tierras lejanas, 
donde no había familia.

Y descubrí un nuevo mundo,
con enigmas y desvelos,
y me hice de mí misma 
para afrontar esos suelos.

Y conocí gente muy distinta,
a lo que yo había visto siempre,
y me asombré que las caricias,
faltaban constantemente.

¡Y que el dinero no falte,
ni el trabajo ni la codicia!
¡Y que vivamos para eso
para acumular como el Rey Midas!

¡Y que las horas no se pierdan
en escribir palabras que no dejan nada!
¡Que las horas sean para juntar oro y espadas!

Y el viaje se hizo frío,
y fría a veces mi alma,
con seres sin intereses más que de sus propias causas.
Y crecí tanto en el viaje,
y le di valor a mi tierra araucana, 
y lloré por tantos meses
por el aroma a mi patria tan lejana. 

Mi piel tenía un nombre,
en el nuevo suelo que pisaba
y café era de tono y mi sangre Latinoamericana.
¡Que belleza! yo pensé, tener estas huellas acentuadas,
en el rostro y en el pelo
en los ojos y en el alma.

¡Que honor!, pensé, el ser chilena,
descendiente de las aguas,
más frías del continente
que bañan las costas y son mi casa.

¡Que hermosura ser sureña!
del tercer mundo al que llaman,
donde falta el pan a veces,
pero no falta calor de los abrazos en las estancias.

¡Que placer!, pensé, decir que vengo de esa magia,
con proezas y desventajas para construir una casa,
donde siempre faltan puertas,
pero nunca falta el agua,
para el mate con amigos,
para el café con la familia,
para el té con las abuelas,
para la hermandad que contagia.

Todo eso no vale nada, 
en este mundo material,
que, llegada la madrugada,
todos salen a progresar.

Mis raíces son minoría,
mi lengua simple y modesta,
vergüenza he visto por hablarla 
a través de mi paso por esta selva. 

Y viajé por mucho tiempo,
y me hice fuerte como una muralla,
de esas de fierro y ladrillo,
de esas que nunca desmayan.

Y supe que solo tenía,
mis pensamientos libres y mis ansias,
de hacer un nuevo viaje
esta vez con retorno a mi tierra amada.



                

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