lunes, 10 de julio de 2017

Si supiera que aún me quieres


Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte,
palparía esa tierra húmeda, tuya para siempre.

Y llegaría a ver a la Frida, conocería los murales del Diego,
comería en las esquinas y te besaría como juego.
Y caminaría por las pirámides, de aquellos tus ancestros
y recorrería las alamedas, una a una hasta perdernos en aquel cuento.

Y planearía lo de Barcelona, como alguna vez lo hablamos
y allí rondaríamos bares bohemios, habitados por huraños.

Y vagaríamos por calles estrechas, esas en las que anduvieron nuestros antepasados,
y tomaríamos una sangría, así como lo hicimos ya hace tantos años. 

Y llamaría a una gitana para que nos lean las manos,
y que nuestro destino sea un nudo, una unión hasta ancianos. 

Y llegaría a un hotel vetusto y te miraría como hace años,   
y rozaría tus labios gruesos como si no hubieran cambiado.

Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte,
llenaría la maleta de regalos, con el fin de complacerte.

¿Y si vamos a esa plaza adornada, resplandeciente?
¡Han pasado muchos años de esos sueños inherentes!

¿Y si en el Zócalo quedáramos precisamente?
 miraríamos los muros contemporáneos latentes
y acudiríamos a esas ruinas de la memoria de tu pueblo, de tu gente.

Y  llegando la noche caerían las estrellas sobre nuestros cuerpos
y un Tenochtitlán a oscuras se apoderaría de nuestros pensamientos.

Y meditaríamos en silencio en honor a aquel príncipe detenido y muerto,
y no habría más nada que interrumpiera nuestro secreto.

Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte,
miraría tus ojos caídos, 
y olería tu piel dulcemente,
te besaría las mejillas
y dormiría en tu vientre
y no hablaría de muchas cosas sin antes mirarte fijamente,
y te miraría y te miraría y te miraría hasta perderme.

¿Y si vamos a la pirámide, esa donde cae el sol plácidamente?
Subiríamos las escalinatas de esos príncipes, tus abuelos, los oriundos terratenientes.

Y miraríamos el horizonte y te leería unos versos,
y abriríamos esa botella que había esperado tanto nuestro encuentro.

Y de pronto te besaría despacio, en la cima del escaleno,
y besarnos y besarnos hasta tocar el cielo.
Y miraría hacia la base de ese cuerpo Mesoamericano, hoy gastado y sereno,
y daría gracias divinas porque aún podemos verlo.

Si supiera que aún me quieres, cruzaría la frontera para verte, 
solo con verte y tocarte te diría todo lo que ya sabemos,
solo tocarte y verte y  después caminar distintos senderos. 



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