lunes, 30 de diciembre de 2019

Indoamericano



¿Qué será el destino?  ¿Acaso existe?
Naciste hace unos cuantos siglos y luego reposaste en las tierras fértiles Mesoamericanas
Resurgiste en América, eres copia de Tzilacatzin
Tus ojos mantienen el brillo de la guerra
Tus brazos son evidencia de la fuerza en la lid
Tus muslos fibrosos, señales de tu presencia temible
¿Cuántos extranjeros usurpadores se arrodillaron ante ti?

Eres un manojo de nubes espesas, amontonadas en la cima del Tlatelolco
Eres una voz áspera, como un estruendo, de noches túrbidas y embrolladas en el tiempo
Eres cabello grueso, negro, acaracolado, herencia de la mezcla de tus antepasados.

¿Cediste tu cuerpo a una princesa sefardí?
¿O a una con sangre marroquí?

Tienes la amalgama de un grupo variado
Una de las Américas, otra de la península de mis ancestros, invasores apartados
Tus ojos verdosos son el pantano oscuro del tiempo
Tu piel de moca una herencia de los soldados más sangrientos.

Tu rostro enojado es una cicatriz, legado de la muerte
Tu gente sacrificada en sangre, en humo ¡carentes!

Pero redimes con tu presencia entre los blancos
Aprendiste a inmiscuirte entre ellos
Adquiriste la lengua anglo como tuya
Y de la hispana te hiciste un regalo y la acomodaste a tus anhelos.

Eres como una ola de mar pacífico que avanza sin antipatía
Eres firme como un cimiento, eres tierra, eres fuego,
Eres todo América en tu corazón y en tus huesos.








lunes, 23 de diciembre de 2019

Cueca para no olvidarte




Yo te amé, yo te amé desde siempre
Y juré, que yo te conocía
Yo te amé, yo te amé desde siempre

Y si hay otra vida, después de esta
Quiero encontrarte de nuevo y entrelazarme
En esos brazos que vieron, el sentimiento

Tú amor, tu amor, tú me entregabas
Y la luz, la luz me concedías,
Tú mi amor, tú eres para siempre…

Quiero encontrarte de nuevo y entrelazarme
En esos brazos que vieron, el sentimiento

El sentimiento ay si, amor de mi alma
Eres la magia que envuelve mis pensamientos

Eres el sol más brillante, mi tierno amante.






 Labios

Lejanos son tus labios, terrón de azúcar
¡Qué alterada al mirarte de frente!
labios humanos, labios perfectos
Son tan bellos que no hay referente

Dibujados en la bóveda celeste
Por artesanos expertos en sensualidad terrestre
Te los dieron con encanto, ubicándolos con ternura
Te quedaron sugerentes, voluptuosos, ¡Qué ricura!



domingo, 15 de diciembre de 2019


¡Arde que arde tanto!

A veces quisiera trasladarme a otra esfera, a otro planeta, uno nuevo y comenzar de cero. A veces, para escapar de tus brazos colosales y de tus abrazos desmedidos. Otras veces, para tomarte de la mano y mirar el cielo desde tu ventana. A veces, para salir corriendo a un lugar desconocido y borrar las páginas escritas de mi vida y reescribirla otra vez. Sin embargo, no puedo, ya tengo un mundo con una historia lista y a éste, has llegado tú.

Por esto, solo se me ocurre entregarte lo único que tengo, mi escritura…

Eres aún un desconocido errante
Que viaja por pastizales llenos de gaviotas estrepitosas  
Eres luz cuando sonríes al viento celeste
Eres paz cuando descansas de tus tormentos.

Enérgico es tu andar y selvático el aroma de tus anchos remos
Tus muslos son como dos troncos de árbol oaxaqueño
Y tu espalda la figura de un emperador o de un guerrero.

Tus besos son tan dulces y a la vez tan férreos
Son tan tuyos y ahora míos
Son carne, son fuego.

Eres etéreo, eres de cristal, eres limón con sal
Todo en ti me parece natural
No hay embozo ni antifaz
Todo fluye como río al mar.  

martes, 3 de diciembre de 2019



I Ese indio, de allá, de lejos

Ese indio, de allá, de lejos, vino a buscarme
Llegó de buena parte a entregarme su tormento
Sus pesares, sus talentos, su riqueza, su alma.

No sabe de calma, no sabe de rezos
No entiende expresión, no quiere pautas.
No entrega su esencia ligeramente
No ama, ni miente
No pretende nada.

Es simple, es lento
Es calma, un forastero.

II
Mis manos te reconocen, capitán de la memoria
¡Resuenan mariposas, golondrinas y gaviotas!
Como un lazo de seda envolvente, me sujetas, me provocas.

¿Te habré visto en otras vidas? ¿En otros sueños? ¿En otra historia?
Cuando te miro, tal vez te recuerdo
Me parece que tu voz, era tan dulce como ahora.

Tus manos, un juego gentil, airosas incendiarias
Tus líneas definidas, de raso amargo, cubiertas en lamento opaco
Y yo en una de ellas, situada en el silencio de mil noches
Y tú en las mías por destino, magullado.  

III
Temor siento de verte incesantemente
No quiero acostumbrarme al aroma de tu bosque mediterráneo
La angustia me viste en un manto purpura al saber que no hay forma
¿Por qué apareciste ahora? ¡Despiadado!

Si me hundo, ¿me levantas?
¿O me levanto del polvo recóndito de la tierra manchada?
No tienes que venir a buscarme si me pierdo en la aurora celeste
Saldré despavorida y me olvidaré en las arenas del desierto.

IV
Ya te has formado en mis manos pantera aparecida
Caminas lento y miras tan hondo que calas el infinito
Eres un soberano sin soberanías, eres rocío de manantial virgen
A pesar de que tus manos han tocado la tierra del páramo de la pesadumbre.

Tú destino eran los senderos de la abundancia
Que te acogieron como niño herido
Te confundiste en esta selva onerosa
Y ella te arrojó conmigo.


V
Vengo de un campo verde con montañas paternas bañadas en leche de niño escarchada
Caminé por senderos estrechos, tropecé con lodo, piedras y murallas
El mar desmedido, profundo, gélido y teñido de azul es mi casa
Y la tierra más fértil de ¨las indias¨, mi esperanza.

Descendí en el norte un día y abracé la naturaleza muerta
Este suelo prometía tantas vidas venideras
Es la misma marga que nos envuelve bajo las estrellas
Tu venías por otro atajo, pero el mismo en esencia
un ángulo opuesto, que te lanzó a mis brazos con clemencia.

VI
Voy a escribirte entero, centauro
Voy a caminar por los bosques de tu infancia primera
Voy a recorrer cada universo de tu herencia servil
Voy a inmacular con polvo de estrellas tu presencia y tu ausencia. 

Al despertar sabrás que mi canto estará resonando como manantial en roca
Y al dormir mis palabras se harán eternas como nube de arena sin memoria.
Sabrás que existes y tu vida será una copla
Mis manos serán registro de tu llanto
Y mi alma testigo de lo que tanto añoras.


VII
Caminaste tantas veces por lugares desconocidos, extraños
Te ubicaste en los campos majestuosos de una ciudad hostil, menesterosa.
Tus labores de niñez dieron forma a tu cuerpo de roca sólida
Y tus manos moldearon la vianda sagrada por la que velas, virtuosa.

VIII
Rodeada de tus dedos mis manos se enfunden como pétalos de rosa al botón
¿brotaste del orbe como raíz gastada? o ¿te lanzaron de la luna rutilante y te apagaron al caer?
Enrédame en tus abrazos de caramelo, entrégamelos todos, no me dejes sin ellos
Para morir sabiendo que alguna vez me ceñí a tu resistencia
Porque quisiera irrumpir en tu agonía y redimir con caricias tu historia.











martes, 7 de mayo de 2019


Repaso

Entre penumbras te apareces
misteriosa en tu esencia,
en tu mirada un fondo sin fondo
en tu pupila el silencio de tu ausencia.

Tus ojos de ciruela son reflejo de amargura,
la que llevas a cuestas.
¡No puedo entrar! ¡no me dejas!
Me das tan solo, el reflejo de tu presencia.

Eres bélico, Azteca,
tienes marcas que recorren tu cuerpo,
de aquellos que, en batalla,
murieron en el intento.

Eres el signo que representas
con una calma que asusta, discreta.
Eres bovino de tierna cepa,
Eres dulce, eres tierra.

Espesa es tu línea,
afable es tu lengua,
tu sonrisa, placentera,
tu mirada intensa.

¡No me toques! que me quemas,
¡No me mires! que ingresas,
¡No me hables! que resuena;
la melodía venérea.

Tu sangre originaria,
Se instaló como sentencia,
que recuerda que en el orbe
hay millones con tu herencia.

Qué linaje tan divino,
¡Tú!, copia de Cuauhtémoc,
¿Habrás llegado como un águila?
¿O te reencarnaste de la greda?

Quién te reconoce, te contempla.
Eres una fábula, eres tinta negra.
eres luz cuando muestras tus blancas perlas.
Te evaporas en la selva.








sábado, 20 de abril de 2019

La pascua del clavel
I
Del tazón en que te puse con el agua más acrisolada,
bebiste y floreciste mi clavel.
De la tierra te arranqué la vida y te la devolví a medias;
usurpé tu naturaleza divina y pretendí que conmigo para siempre te quedarías.
II
El primer día, afloraste en un llano perfume celestial y tus corolas venían a ofrecer júbilo manchadas de tintes fulgurantes.
El segundo día, te abriste a tomar los rayos del sol que entraban por tu cuerpo embriagado de ilusión y un porvenir descollante.
El tercer día, respiraste del aire relente de la mañana, el cuál llegaba a visitar sin que nadie lo llamara.
El cuarto día, parecía que nada te apagara. - Clavel ¡ya no eras tan joven! pero a la vida aferrado estabas.
El quinto día, comenzaste a reposar en el agua contaminada. Tus pétalos se caían, tu tallo débil, tus hojas apagadas.
El sexto día, tu cabeza inclinada, apuntaba al suelo del reposo imperecedero. Tu espalda curva, doliente, sin arreglo, hizo la última reverencia de cortesía a quien te vio de nacimiento.
El séptimo día, entré en tu morada, y ahí estabas clavel, opaco y en agonía, con miedo de abandonar tu cuerpo a un viaje ajeno, el cuál nadie conocía.
III
¡No te vayas, oh clavel!
¡No me dejes sola en esta vida!
¿Que haré sin tu presencia?
¿Cómo te apartaré de aquel jarrón, en el que te puse algún día?
¿Qué haré con el agua colmada en partículas de tu esencia?
¿Quién me dará el amor que solo tú me tenías?

IV
Te daré honorable sepultura, una digna de una flor,
de la tierra apareciste y en la tierra te pondré yo.
Luego de que te cubra con aquella noble arcilla,
haré que tu simiente retorne a esta vida.

Resurgirás nuevo y sereno,
etéreo, tenue,
como en tus mejores tiempos clavel;
¡lozano! ¡fresco! ¡fuerte!

V
Clavel, necesito de tu compañía sin condiciones,
tú eres el quid, alimento espiritual
¡no vivo sin tu presciencia! ¡me devora la melancolía!

VI
¿Volverán esas noches, en que dormías soñando con nubes de colores?
¿Y qué hay de esas, en que cantabas versos silenciosos a media noche?

VII
Bajaré a la tierra inmaculada y tomaré tus hojas muertas, clavel,
te levantaré del polvo fallecido,
y te soplaré una vida para nunca desvanecer.

                                    

martes, 9 de abril de 2019

El hombre libre




No hay joya tan valiosa como la libertad del hombre viandante,
 el cuál con sus armas más notables: armonía, calma y acuerdo,
arroja pétalos de rosa al viento y danza sobre colinas de girasoles dorados.

Su voz se alza para exclamar al mundo ¡respeto!
Y su mano se levanta sobre otro para ofrecer un abrazo fraterno.

Cambia el proyectil por una revolución de amor,
Bomba, tanque, mosquetón;
para ser fundidos en monedas de valor,
para levantar a al carente,
para albergar al herido,
para proteger los vestigios,
para redimir la sangre de la memoria encarcelada.

Para propalar olivos balsámicos
e inundar la tierra en lechosas amapolas tersas.
Para liberar copiosas palomitas blancas,
que vuelen libres por doquier sea.