¿Qué será el
destino? ¿Acaso existe?
Naciste hace
unos cuantos siglos y luego reposaste en las tierras fértiles Mesoamericanas
Resurgiste
en América, eres copia de Tzilacatzin
Tus ojos
mantienen el brillo de la guerra
Tus brazos
son evidencia de la fuerza en la lid
Tus muslos
fibrosos, señales de tu presencia temible
¿Cuántos
extranjeros usurpadores se arrodillaron ante ti?
Eres un
manojo de nubes espesas, amontonadas en la cima del Tlatelolco
Eres una voz
áspera, como un estruendo, de noches túrbidas y embrolladas en el tiempo
Eres cabello
grueso, negro, acaracolado, herencia de la mezcla de tus antepasados.
¿Cediste tu
cuerpo a una princesa sefardí?
¿O a una con
sangre marroquí?
Tienes la
amalgama de un grupo variado
Una de las
Américas, otra de la península de mis ancestros, invasores apartados
Tus ojos
verdosos son el pantano oscuro del tiempo
Tu piel de
moca una herencia de los soldados más sangrientos.
Tu rostro
enojado es una cicatriz, legado de la muerte
Tu gente
sacrificada en sangre, en humo ¡carentes!
Pero redimes
con tu presencia entre los blancos
Aprendiste a
inmiscuirte entre ellos
Adquiriste
la lengua anglo como tuya
Y de la
hispana te hiciste un regalo y la acomodaste a tus anhelos.
Eres como
una ola de mar pacífico que avanza sin antipatía
Eres firme
como un cimiento, eres tierra, eres fuego,
Eres todo
América en tu corazón y en tus huesos.
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